Después de infinidad de batallas, la poderosa y yo hemos llegado a nuestro destino final, los templos de Angkor Wat. Hemos hecho más de 3500km desde Hanói... Parece increíble haber recorrido la misma distancia que separa mi casa de Rusia con una scooter de 125cc. Pero mirando atrás, más increíble me parece lo que he vivido en estos kilómetros. Alegría por llegar, pero también mucha nostalgia por lo que dejo atrás.
Imaginaba que Camboya sería parecido a Vietnam, pero nada mas pasar esa línea imaginaria que marca la frontera, noté los grandes cambios. Camboya es un país mucho más rural, lo que los viajeros llamaríamos “más auténtico” “menos globalizado” Mas adelante os contaré el porque.
Después de varios semanas en ruta, solo pensaba en un lugar bonito y tranquilo donde poder descansar unos días. Tras hablar con una amiga, me comentó que ese lugar existía y que ella, estaba allí, en Koh Rong. Una isla sin ni una sola carretera, casas de madera, arena blanca, y aguas turquesas. Perfecta!! Aparqué la poderosa en tierra firme y me dirigí allí sin dudarlo.
Fueron buenos días para coger fuerzas y un lugar donde encontré a muy buena gente, a los que les mando un gran saludo desde aquí. Además, en otra islita cercana, pude cumplir un pequeño sueño que siempre había tenido, el de dormir en un isla totalmente deshabitada, pescando mi cena, con mi fuego y mi hamaca. Una gran historia que no olvidaré, y sobre todo por un par de experiencias alucinantes que tuve en ella. Pero contarlas… me llevaría otros dos folios XD
La mayoría de viajeros que pasa por Camboya rara vez esta más dos semanas, y podríamos decir que por motivos de tiempo se suelen limitar a los pocos sitios turísticos que ofrece. Viajan en avión interno o autobús nocturno... Pero el hecho de haberlo podido recorrer todo junto a la Poderosa y durante un mes, me esta ayudando bastante para conocer la verdadera Camboya. Solo parar a repostar gasolina dentro de la típica botella de Coca-Cola, ya es toda una experiencia. En algunos casos, he terminado almorzando junto a toda la familia. Esta buena gente es asombrosa, lo comparte todo sin pedir nada a cambio.
Cada país, aparte de sus paisajes, tiene su historia, y esta a su vez ayuda a entender mejor a su gente. Pues Camboya, no tiene una historia bonita, pero sin duda merece ser contada. Una historia marcada por guerras y muertes, las últimas y más sangrientas hace poco mas de 30 años, por cuenta de los Khmers Rouge, que en un intento de crear un país basado únicamente en la agricultura, aislaron al país, quemaron el dinero y aniquilaron prácticamente a un tercio de toda la población camboyana. Uno de cada tres… asusta solo de pensarlo. El mero hecho de llevar gafas, tener las manos suaves o saber algún idioma extranjero, ya era motivo de tortura y asesinato… Sin palabras… A día de hoy todavía se puede ver como la tierra de los antiguos campos de concentración, supura todo tipo de huesos humanos por los propios movimientos de tierras y lluvias.
Efectivamente es un país autentico y rural como comentaba al inicio, pero a sido tras pagar un macabro precio. El resultado de uno de los mayores auto genocidios de la historia es un país aún herido, con una media de edad muy joven, bastante pobre, no muy culturizado, y que esta creciendo, pero creo que un tanto descontrolado, como un niño sin padres.
Cuando hablo con algún local, en función de su edad, puedo hacerme una vaga idea de por lo que ha debido pasar… Aun así, ese horrible pasado en el que yo no paro de pensar, no ha podido borrar su sonrisa y su amabilidad. Son dignos de admirar.
En estos kilómetros he visto muchas cosas, zonas muy turistas donde reina lo occidental y la fiesta como Sihanoukville, preciosas zonas salvajes y rurales llenas de gente entrañable, y como no, la gran desigualdad de la capital Phnom Penh, donde he visto la ciudad con mayor número de Lexus de mi vida mientras cientos de familias sobreviven a base de los desperdicios de los vertederos…
Sabía que iban a ser imágenes duras de ver, pero esta era una parada obligatoria para mi. Pasé por allí varios días, pero en el que coincidía con el año nuevo camboyano, fui con la mochila llena de sobres de champú, cepillos de dientes, comida y cosillas así. Es increíble lo fácil que es hacer feliz a esa gente y lo agradecidas que son. Mereció la pena meter ambas piernas en el peor y mas denso lixiviado que he visto y olido. En fin, mundo loco y batalla eterna, la naturaleza humana contra la ética…
Mañana comenzaré con la visita de una semana a Angkor Wat con la Poderosa. Un sitio y unos días estupendos para ponerle la guinda al país y reflexionar sobre todo lo vivido. Me despediré de la Poderosa a mi forma, una forma en la que siga haciendo feliz a la gente. Contando con que aquí no hay transporte público, estoy seguro de que encontraré a una familia que la necesite mucho mas que yo el dinero por el que la iba a vender. Todavía no se quienes son… pero estoy ansioso de conocerles y de ver sus caras. ☺
Y bueno, de momento aquí me despido y termino mis impresiones de Camboya, un país que me ha atrapado desde que puse el primer pie en sus tierras, que me ha hecho vivir unos grandes sentimientos y al que sin duda alguna, recomiendo visitar.
*** Mi viaje aún continua, pero después de tanto tiempo con la moto... Aún no me veo horas en un autobús, sin poder participar con el paisaje. O peleando a diario el precio de un tuk-tuk. Sin duda... echaré mucho de menos esta forma de viajar que me ha dado tantísima libertad.





